Un poquito de mí
Llevo ya un tiempo hablándoos de la educación, de las herramientas que se pueden utilizar dentro del aula para que las clases puedan ser más divertidas, de las inteligencias múltiples, de la Neuroeducación. En fin consejos que creo pueden ser de utilidad.
Pero este mes pensando en el tema que quería compartiros se me ocurrió que por qué no os contaba algo más personal. Por ejemplo el por qué hablo de estos temas o de donde me viene este interés por ciertos contenidos.
Así que no me lo he pensado y voy a empezar contándoos un trocito de mi niñez en el que estoy segura empezó todo. Hay muchas personas que les ha costado saber qué querían estudiar, a qué se querían dedicar o reconocer qué propósito les ha traído a este mundo.
Pues ese pensamiento yo lo he tenido claro desde que recuerdo, si alguien me preguntaba que quería ser de mayor mi respuesta era, profesora de gimnasia.
Desde que era una enana, me gustaba encerrarme en mi cuarto con las revistas de moda de mi madre, que en aquel entonces, os estoy hablando de hace más de 50 años, dedicaban un sección a ejercicios físicos para tener un cuerpo moldeado.
Así que yo imitaba esas fotografías y en vez de jugar con muñecas me imaginaba enseñando esos movimientos a otras personas.
Como estudiante decían que no era muy buena. El tipo de enseñanza de hace 60 años ya se encargó de recalcarme que no servía para estudiar. Claro que a mí me daba igual yo lo que quería y me gustaba era ser profe de gimnasia. Lo que no me imaginaba entonces, es que para eso, había que estudiar y mucho.
El tiempo que me había tocado vivir, el destino y las vicisitudes de la vida se encargaron de que al final la carrera de educación física no pudiera ser.
Pasaron los años pero no las ganas de transmitir mi afición por todo lo referente a la salud, en el sentido más integral de la palabra. Así que después de recuperarme del fracaso impuesto por la educación, me dije a mi misma que si quería algo tendría que luchar por conseguirlo.
Y aquí estoy, no trabajo como profesora de educación física en un colegio, pero como dice mi frase favorita no hay mal que por bien no venga, ya que la vida me ha traído otro tipo de estudios en los cuales he podido desarrollarme para poder impartir lo que siempre he deseado.
El estudio que no pude terminar cuando se supone que se debe hacer yo lo hice muchos años después hasta conseguir mi primer trabajo. No fue en un colegio pero si en un centro deportivo.
Un día ocurrió algo que cambiaría el rumbo y el sentido de mi trabajo. Conocí a Carlos Espinosa, inspector de educación pero ante todo un gran maestro involucrado en la necesidad de un nuevo cambio educativo donde los alumnos pudieran desarrollar sus capacidades a través de las herramientas que nos ofrece el nuevo milenio en el campo de la educación holística e integral. Y fue entonces cuando descubrí que la Consciencia corporal que no la educación física era necesaria dentro del aula además de los centros deportivos.
Pero esa parte de mi vida os la contaré en otro momento. Hoy la intención es desearos que luchéis por conseguir vuestros sueños. No tengáis en cuenta la edad, el tiempo es el que es, y se terminará cuando tenga que ser, pero mientras tanto estaremos disfrutando el camino que nos quede, lo conseguiremos o no, pero qué más da, seremos felices sabiendo que hacemos lo que tenemos que hacer.
En mi caso aportando un granito de arena para que las nuevas generaciones se puedan desarrollar en un mundo más luminoso.
Y recuerda.
La salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás no es nada.