Inteligencia Naturalista
Cuando Gardner expuso la teoría de las Inteligencia Múltiples nos dio a conocer 7 tipos diferentes. Pero 12 años más tarde el investigador presentó un componente nuevo, la inteligencia naturista o naturalista, conocida también como la octava inteligencia.
En las 7 anteriores Gardner definió las inteligencias por su condición en los procesos mentales. En esta nueva le da mucha más importancia al tipo de información con lo que se trabaja y no solo a lo que se hace con ella.
La inteligencia naturista es la capacidad de categorizar elementos del entorno reconociendo sus diferencias y el modo en que se relacionan entre sí para de este modo utilizarlas de una manera beneficiosa.
Gardner no explicó muy extensamente en qué consistía esta inteligencia, lo que sí dejó claro es que tal y como él la entendía, ésta implicaba la capacidad de reconocer y clasificar todo tipo de objetos, como casas, coches o ropa.
Es por eso que la inteligencia naturalista estaría definida, más que por ser un reflejo de nuestra capacidad para aprender de entornos naturales, por ser un reflejo de nuestra capacidad de aprender acerca de todo tipo de entornos y de interactuar adecuadamente con los elementos que hay disponibles en ellos.
A nivel evolutivo esta inteligencia determinó la supervivencia del ser humano, dándonos la capacidad para adaptarnos en los diferentes hábitats.
La región cerebral implicada en esta inteligencia no queda muy clara ya que están involucrados muchos factores, aunque los expertos consideran que el hemisferio derecho guardaría relación con este tipo de habilidad.
Si observamos las características del tipo de persona naturista diríamos que son exploradores, personas que observan y prestan atención a diferentes elementos, que clasifican y analizan todos los aspectos del entorno ya que la conciencia que tienen sobre la sostenibilidad y la ecología les hace estar conscientes del cualquier tipo de ambiente ya sea rural o urbano.
En el caso de esta octava inteligencia, hacernos preguntas para averiguar si esta nos pertenece como una de las habilidades más desarrollada en nosotros, intuyo que no es necesario. Ya que queda claro que si nuestro deseo es entender cómo funcionan las cosas, explorar ambientes nuevos y nos apasiona las carreras de biología, botánica, zoología o geografía está claro que esta inteligencia está instaurada en nosotros.
Por otro lado, deciros cómo podéis desarrollar esta experiencia sería reiterar lo ya dicho. Pero sí proponeros un entrenamiento muy agradable y aconsejable para estimular el sentido naturalista.
El ejercicio se llama:
Necesitaremos buscar diferentes sonidos asociados a la naturaleza como el viento, las hojas en movimiento, una cascada, el río fluyendo, las olas sobre piedras, el crepitar del fuego, el canto de diferentes aves, de felinos, en fin todo lo que creamos que pueda tener relación con un entorno natural. Grabaremos una pista de audio con todos ellos utilizando no más de dos minutos de cada sonido.
Es un ejercicio donde podremos entrar en silencio y relajarnos en cualquier momento, ya sea en clase en momentos que necesitemos cambiar estados de ánimos, con amigos o solos.
Buscaremos un lugar donde podamos tumbarnos cómodamente o permanecer sentados con los ojos cerrados observando los distintos sonidos.
Al acabar todo el audio escribiremos en un papel los sonidos que hayamos reconocido y recordemos. Es un buen momento para compartir cómo nos hemos sentido con los diferentes sonidos, si hemos sido capaces de reconocerlos fácilmente, o si por el contrario nos hemos sentido tan bien que lo único que hemos podido hacer es entrar en un estado profundo de bienestar.
En cualquier caso es un momento para entrar en contacto con nosotros mismos y los estados en los que puede sumergirnos los sonidos naturales.
Nos despedimos con una frase de George Santayana:
“La tierra tiene música para los que escuchan”.